Un puente amarillo se prolonga,
Menudo, grotesco, desteñido
Una oscura niebla lo cubre al frente
Tornando al puente gris

Tapando como manta mis párpados
La niebla me impide mirar
Mis lágrimas arrastran la mugre en mi cara
Mis ojos no me sirven.

El puente, no es seguro
Se tambalea a cada minuto
Tiene bultos en los que tropiezo
Abajo no hay más que vacío

Mis dos pies se hinchan 
Todos mis dedos rojos se entumecen
Mis rodillas se sacuden
Mis piernas no me sirven.

No tiene fin, este puente 
Pero es corto, es sumiso
No hay espacio para voltearme
Si lo intento, me caigo 

Mis dedos tienen cortes
Profundos y sangrantes cual arroyo
Mis manos no intentan agarrarse 
Mis brazos no me sirven.

Se agita irrespetuoso
No le importa él que yo siga en pie
Me implora, manipula a que me caiga
Este malvado puente no busca salvarme

Y mi pecho no quiere persistir
Mis huesos no quieren andar
Mi boca no quiere gritar
Mi alma no me sirve.

Entonces, entre la oscura niebla, 
Se escurre con sigilo una luz
Pinta mis labios y mi rostro
Pinta mi pelo y mi piel por igual.

La luz pinta el vacío, y lo llena
Pinta el puente, y lo torna bello